Política Ficción

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Estamos en el año 2021. El Sr. Chávez sigue al frente del régimen CHÁVEZ-COMUNISTA de Venezuela y yo, junto a un nutrido grupo de venezolanos, me encuentro exiliado (por segunda vez) en La Paz, Bolivia. Tengo 71… estoy en la flor de mi vida.

Las elecciones acaban de ser ganadas por un populista llamado Teodoro González y su primer discurso como presidente electo comenzó de la siguiente manera: “Estoy satisfecho de seguir el mismo camino de Hugo. Bolivia avanza en la misma dirección, hacia el mismo mar que el pueblo venezolano, un mar de felicidad, justicia social y paz verdadera...”

Estoy oyendo aquellas palabras y la sangre se me hiela. Ya sabíamos todos que Teodoro era parte del mismo bloque CHAVEZ-COMUNISTA que lleva más de 20 años produciendo intensos dolores de cabeza en el subcontinente americano, pero oírlo mencionar exactamente las mismas palabras que Chávez pronunció en la Universidad de La Habana, hace más de treinta años, me produce nauseas. Tengo cuatro nietos bolivianos… y me encanta el país.

Los bolivianos rechazan mis “alertas” enviados por la Internet, donde – por cierto – se pueden leer los más de mil que en una oportunidad le envié al pueblo venezolano. Alegan que Bolivia no es Venezuela… que los “americanos” no van a permitir que un país tan estratégico como éste se una al bloque CHAVEZ-COMUNISTA INTERNACIONAL. Es un pueblo muy católico y tienen su fe puesta en su patrona. El pueblo boliviano lleva muchos años disfrutando de una democracia, que si bien no ha sido tan democrática como pudo haber sido, ha sido, sin duda: una democracia. La OEA está pendiente de todo y eso les da una sensación de seguridad y protección. Me pregunto si vale la pena seguir arando en el “mar” boliviano, como una vez lo hice en el venezolano.

Me iría a Cuba, donde hace quince años reina el más furibundo capitalismo salvaje, pero mis nietos bolivianos me lo impiden… allá no me queda nada ni nadie. Me siento tremendamente entrampado. En su primer discurso Teodoro convocó una constituyente. El pueblo está enardecido con su nuevo mandatario. El único que parece sentir pesar, es el grupito de venezolanos que compartimos el exilio en este noble y acogedor país. Mis dos nueras bolivianas piensan que vivo en el pasado… que el trauma sufrido en Cuba y luego en Venezuela ha marcado mi vida de tal forma que no me deja ver con serenidad y objetividad. “Son otros tiempos…”, aseguran indiferentemente.

Pasa el primer año y ya tenemos una nueva constitución. Al igual que sucedió en Venezuela, los constituyentes le cambiaron el nombre al país y ahora se llama “República Bolivariana de Bolivia”… nada original, igualito que en mi segunda patria. No me asombré cuando constaté que en la nueva carta magna, hecha a la medida de Teodoro y profundamente asesorada por Hugo Chávez, se incluyó – también – la opción constitucional del referendo revocatorio. Mientras termino el último trago de la segunda botella de aguardiente, que últimamente consumo a diario, pienso en el inmenso “guaraleo” que les espera a los bolivianos.

Caracas 02 de octubre de 2003 – Dos días después de la denuncia de Marta sobre los “carniceros” cubanos.